Vivimos en un mundo globalizado en el que la interoperabilidad entre las personas y empresas a nivel mundial forma parte ya de lo cotidiano. Formamos parte de la revolución digital. La teoría de los seis grados (que explica que estamos conectados con cualquier persona del planeta a través de no más de 5 conocidos) se puede ya reducir a cuatro gracias al desarrollo de las telecomunicaciones, y más en concreto a internet. Este es un claro ejemplo de la tendencia cada vez más exponencial a la digitalización mundial mediante el uso de perfiles y plataformas online. La tremenda desgracia del COVID-19 nos ha mostrado también lo conectado que estamos hoy en día unos con otros. Esta conexión se ha materializado en el sector de la arquitectura a través de la metodología BIM.
Nuestra manera de construir tiene un papel fundamental en la lucha contra el cambio climático. Sólo el parque edificatorio mundial fue responsable del 39% de las emisiones de carbono en 2019. Las administraciones han comenzado a comprender su responsabilidad en este sentido y han comenzado a aprobar legislación que garantice reducir las emisiones en todos los sectores, incluido el de la edificación. En Europa, según la directiva 2010/31, los edificios han de ser de consumo casi nulo (construcción nZEB) desde comienzos de 2020, es decir estar construidos bajo los criterios de Passivhaus.